X-Men de Bryan Singer (2000) (Estados Unidos)

Cuando se mira el exitazo que significa hoy por hoy el subgénero «de superhéroes» en el cine pocas veces se tiene en cuenta a los principales responsables del giro que tuviera a inicios de este siglo y a quienes se les debe mucho del mismo. Sam Raimi con sus Spiderman y especialmente Bryan Singer con sus X-Men marcaron la dirección a seguir como tan bien lo ha hecho Marvel (no tanto DC) con sus adaptaciones posteriores. Singer en esta película que nos ocupa ya dejó bien en claro el camino a imitar: combinar una aventura entretenida -con piñas y chistes- con conceptos interesantes o incluso profundos, como pueden ser el racismo o la xenofobia. Yo hacía unos cuantos años que no la revisionaba y da gusto ver que ha envejecido con mucha dignidad. Siguiendo a Wolverine (un Hugh Jackman perfecto para el rol y una estrella clase A desde entonces) en su ingreso (desganado) al equipo de los X-Men vamos conociendo a los demás personajes (que son, sí, demasiados y en su mayoría apenas desarrollados) en su particular guerra privada entre mutantes. Están los de Magneto (Ian McKellen, disfrutando como loco) quienes piensan que es hora de jubilar al Homo Sapiens, y están los de Charles Xavier (Patrick Stewart, otro de los que destacan) quienes abogan por una convivencia pacífica. A partir de acá, Singer marcó las bases de una saga que ha tenido películas mejores y peores que esta que la inicia, pero que sigue siendo muy disfrutable. 07.

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