RESEÑAS

Underneath de Steven Soderbergh (1995) (Estados Unidos)

Un apostador profesional (Peter Gallagher) vuelve a su pueblo natal en Austin, Texas, con motivo de la boda de su madre. Allí, retoma el contacto con su ex esposa (Alison Elliot) quien ha hecho malas migas con un mafioso (William Fichtner). Pronto, todos se involucrarán en un asalto. Soderbergh adapta aquí la novela “Criss Cross” de Don Tracy (conocida también como “El abrazo de la muerte” según la traducción de Javier Coma que guardo en mi biblioteca y que tuviera ya una versión con Burt Lancaster e Yvonne de Carlo en 1949) y propone lo que supongo que él entiende por cine negro. Lo hace muy a su manera- ya en esta, su cuarta película, sus formas y modos se imponen a veces como caprichos- es decir, con encuadres artificiosos, colores que encandilan y un ritmo parsimonioso por decir lo menos. No lo ayuda ni el elenco (sólo Fichtner parece convencido) ni los cambios que el guión (también de Soderbergh bajo el seudónimo Sam Lowry) hace sobre la historia original y que, por ejemplo, proponen un final absurdo y bastante inverosímil. Años más tarde, en una entrevista con motivo de la edición por Criterion de este filme, Soderbegh confesaría cándidamente que se arrepiente de mucho de lo realizado aquí, que su “corazón no estaba en la película” y que no le quedó del todo redonda. Aquí no se le niega nada a nadie, señor Soderbergh. 05.

Harry and Walter Go to New York de Mark Rydell (1976) (Estados Unidos)

Harry y Walter (soberbios James Caan y Elliot Gould) son dos artistas de varieté a fines del siglo XIX que aspiran a cosas mejores. Pero mientras Walter piensa en Broadway, Harry está convencido que el futuro yace en una vida de crimen, como la de su ídolo, el perfecto ladrón encantador Adam Worth (Michael Caine en un papel escrito para su medida). Quiere el destino que el camino de Harry y Walter se cruce con el de Worth, sumamos un robo casi imposible a un banco, una aventurada periodista (Diane Keaton) y voilá, tenemos película. Apelando a recursos propios del cine mudo o del vodevile, la película de Rydell tiene mucho también de su contemporánea “El Golpe” y, sin llegar a ser tan efectiva como esta, es una gran comedia donde todos sus intérpretes están en su salsa (no sólo los protagónicos, hay espacio para un elenco secundario que incluye a Charles Durning, Lesley Ann Warren, Carol Kane y Burt Young). Curiosamente, fue casi la causa del quiebre de Columbia en la década de los 70s al irse groseramente de presupuesto y ser un fiasco por completo de público. 07.

The Last Witch Hunter de Breck Eisner (2015) (Estados Unidos, China, Canadá)

Esta era una de esas producciones poco prometedoras a priori. Y, vamos a sacarnos rápido esa espina, entrega lo que promete: poco. El del título es Kaulder (Vin Diesel) un guerrero que lleva más de 800 años cazando brujas a diestra y siniestra y en nuestra actualidad enfrentará el regreso de la Reina Bruja, aquella con la que iniciara su andadura. No todo es malo. La escena inicial está bastante bien- con su aire a “13 Guerreros” deja ganas, incluso, de que la historia hubiera estado centrada en ese 1200- y Diesel sabe llevar adelante un protagónico, incluso uno tan genérico como este. Pero el resto es todo bastante… burdo. Desde la trama, los villanos poco relevantes, los secundarios poco desarrollados (andan por ahí, con pinta de despistados, Michael Caine y Elijah Wood), la forzada relación romántica (Rose Leslie sin dudas que convencía más en Game of Thrones), los efectos especiales a puro CGI, las escasas escenas de acción, en fin, olvidable por completo. Al igual que los otros dos filmes que vi del director Eisner (“Sahara” y “The Crazies”) me queda muy claro que no califica demasiado alto en mi lista de interés. 04.

The Small Back Room de Michael Powell, Emeric Pressburger (1949) (Reino Unido)

Londres, primavera de 1943. El pequeño cuarto del fondo del título es una sección informal que trabaja directamente bajo las órdenes del Parlamento colaborando en la construcción de armamento y explosivos. Con ese lugar como centro, veremos varias historias (pequeñas y grandes) que lo involucran (tales como la identificación y desmantelamiento de bombas trampa que los alemanes dejan caer sobre Reino Unido; la defensa política de un nuevo cañón frente al Ejército o incluso el ordenamiento interno de la propia sección) pero que todas tienen como centro a Sammy Rice (David Farrar) un brillante ingeniero quien vive sin embargo amargado luego de un accidente que le costara una pierna y en permanente combate con su alcoholismo. Su única ancla es Sue (Kathleen Byron) su novia, a quién no deja de alejar de su lado en un camino realmente autodestructivo. Mucho más un drama (o varios dramas) que una bélica tiene de todos modos una tensísima secuencia final de desarme de bombas (¡como me funcionan esas secuencias!) y un atado con moño para todas las historias. Los directores Powell y Pressburber son los mismos (al igual que Farrar y Byron) de la imprescindible “Black Narcissus” y aunque esta no está a esa altura (alguna actuación es algo acartonada), es de todos modos muy recomendable. 07.

The Hill de Sidney Lumet (1965) (Reino Unido)

Durante la WWII, una cárcel militar británica funciona en el desierto en Libia. Se alecciona a los presos con mano de hierro y se los “acondiciona” para volver a ser soldados hechos y derechos. Está poblada de desertores, ladrones y soldados que no han sabido respetar a la autoridad. La acción sigue a un quinteto de presos recién llegados (Sean Connery, Alfred Lynch, Ossie Davis, Roy Kinnear y Jack Watson, con destaque para todos) quienes reciben de inmediato el trato inclemente de la prisión y más que presos, pasan por esclavos, teniendo que trepar una y otra vez la colina del título (una montañita infernal de arena en el medio del cuartel). Los guardias reconocibles son tres: Harry Andrews, el que se presume justo; Ian Bannen, el compasivo; e Ian Hendry, como el bastardo más sádico que se pueda pedir. En este intenso drama bélico, el maestro Lumet carga las tintas contra el aparato militar y sus ridículas ordenanzas, capaces al fin y al cabo de llevar a un hombre a la muerte por no haber obedecido una órden sin sentido. La película es simplemente durísima, no tiene un gramo de piedad para con el espectador. Y así mismo, es otra muestra más del increíble talento de Sidney Lumet. 09.

Fun with Dick and Jane de Ted Kotcheff (1977) (Estados Unidos)

Dick y Jane (George Segal y Jane Fonda) son una pareja clase media alta de Los Angeles que un mal día se quedan sin trabajo (bah, él se queda sin trabajo, ella es una inútil ama de casa como nos recuerda la película constantemente durante su primera mitad). Allí, descubren que han vivido bastante por encima de sus posibilidades y que están, efectivamente, sin un mango y cargados de deudas. La película- una comedia, por si no ha quedado claro- se divide prácticamente en dos claras mitades. La primera, ver a Dick y Jane tratar de subsistir con los recursos al mínimo, consiguiendo trabajos que sienten poco dignos, buscando asistencia social (y todo eso es presentado como algo espantoso, sólo digno de chicanos o negros) y la segunda, cuando casi de casualidad comienzan una vida de crimen. Durante un buen rato, la cosa tiene pulsiones de humor absurdo que en algo disculpan el mensaje de la película (que encima de todo es continuamente machista y racista) que vendría siendo que es mejor volverte un ladrón que ser pobre (y ni te cuento si además sos de alguna minoría) pero en su recta final encima el guión se vuelve simplón hasta decir basta y los robos salen todos con una facilidad que asusta. Salvan la petisa Segal y Fonda- a quienes se ve muy divertidos y cómodos entre sí- pero divertir, lo que se dice divertir, está lejos de pasar. Habría que ver el remake de Jim Carrey y Tea Leoni de 2005 a ver si es más mijor. 04

Namgeuk-ilgi de Pil-sung Yim (2005) (Corea del Sur)

Una partida de seis exploradores coreanos busca alcanzar el PDI (Polo de Inaccesibilidad) en la Antártida, esto es, el lugar a mayor distancia de cualquier punto de acceso. Semejante hazaña es algo que sólo se ha logrado tres veces, por rusos en 1958 y 1967 (los segundos hasta dejaron un busto de Lenin que sigue estando ahi) y por españoles en 2005 (hecho que no se registra en la película, ya que se filmó antes). La película se propone en un principio como la clásica aventura de supervivencia del hombre versus la naturaleza, pero no tardan en pasar pocos minutos cuando empiezan a aflorar otras líneas narrativas más linderas con el horror (un ojo parpadea en el hielo recién descongelado, una mano fantasma aparece en un video, hay un misterioso diario británico de 1922 que encuentran en la nieve, etc). Rápido empiezan también los problemas: no se decide nunca a explorar ninguna de sus propuestas y así vamos alternando lánguidamente entre las mínimas apariciones monstruosas o sobrenaturales, con los problemas que van ocurriendo por lógica en un viaje tan peligroso, con los dramas que comienzan a ocurrir entre los exploradores que empiezan a comportarse muy raro (especialmente el capitán de la expedición, interpretado por Kang-ho Song y único actor que reconocí), sin verdad jamás desarrollar verdaderamente nada. Y su otro problema (y mayor) es que es insoportablemente lenta. Sus 115 minutos se arrastran a la misma velocidad que sus desgraciados protagonistas en la nieve. 03.

Hornets’ Nest de Phil Karlson (1970) (Italia, Estados Unidos)

Italia, 1944. Un batallón nazi conducido por un cruel capitán, se apersona en un pueblito perdido y exije se le entregue a los partisanos locales. La gente del pueblo se niega y el batallón fusila hasta el último, hombres, mujeres y hasta bebés. Trás cartón, un sobreviviente se quiebra y revela la ubicación de los partisanos, así que los nazis exterminan a estos también y de paso cañazo a un comando estadounidense que llegaba justo en paracaídas a cumplir una misión en la zona. ¡Y apenas si van 7 minutos de película! Nuestro protagonista es Rock Hudson, el único sobreviviente de ese comando, que es rescatado por los niños del pueblo (que obviamente no estaban en el pueblo durante esos primeros 7 minutos) y esperan que él los ayude a vengarse de los nazis. Él, con pocos escrúpulos, los utiliza a su vez para completar la misión. Una “de misiones” podría llegar uno a pensar ya que la cosa va de volar (otra vez) una presa, pero pronto la película te da una cachetada con el horror de la guerra y lo traumático que resulta para todos los involucrados. A pesar de lo bajísimo (bajísimo en serio) de su producción y lo limitado de la mayoría de las actuaciones, propone instancias por demás interesantes, con héroes no del todo limpios (los “buenos” abusan varias veces de una doctora alemana, en una ocasión claramente violándola) y villanos (el capitán nazi) que siendo bien pero bien malos están lejos de ser estúpidos y proponen antagonistas dignos. Además de lo anterior, Hudson (ya con su tradicional y simpático bigotito) dista de aprovechar y robar la plata (poca de seguro) en una producción menor perdida en Italia, ya que pone toda la carne sobre el asador y aporta un magnífico protagónico. Sobre el final, la película emociona y todo, miren lo que les digo. 06.

Ben-Hur de William Wyler (1959) (Estados Unidos)

“Esta es la historia de Cristo” dice la película en su arranque y en verdad nos está mintiendo descaradamente. Como su nombre indica, esta es la historia de Judah Ben-Hur (Charlton Heston) y será una historia que correrá en simultáneo a la de Cristo (salvando las distancias, tal cual ocurría en “Life of Brian” de los Monty Python). Es más, en los momentos que más se regodea en ser una película bíblica, sufre el mismo destino que casi todo el cine de esa naturaleza, parsimonioso, lento, discursivo, pleno de propaganda pro cristiana (al punto incluso de adaptar la Biblia a su conveniencia, simplificarla y hacer de todos los judíos unos santos y de todos los romanos unos perversos). Pero nada de lo anterior importa, porque acá vinimos a por espectáculo y este es uno de los mayores ejemplos de espectáculo que Hollywood puede ofrecer, ahora o nunca. Ben-Hur es traicionado por Messala, su amigo de la infancia (un Stephen Boyd villanísimo) y a la mejor usanza del Conde de Montecristo, condenado por un crimen que no cometió y dejado para morir en las galeras. Claro que nuesto amigo Judah es un hueso duro de roer y de a poco y con el correr de los años logrará regresar a por su venganza. Tenemos todo el tiempo del mundo para contar su historia (212 minutos, con apertura, intermedio, entreacto, todo) y a decir verdad en muy pocos momentos se nota (ha envejecido estupendamente). La historia avanza en manos de Wyler y hay que ver como el director (uno que tampoco ha pasado a la historia como un gran artista pero siempre ha probado poder manejar lo que sea que tuviera a cargo) la impulsa mediante notables set-pieces (la batalla naval de su primer tercio sin ir más lejos). La maravilla absoluta llega en el momento ya legendario de la carrera de cuádrigas que es uno de los clímax mejor ejecutados en la historia del cine y no cabe duda que seguirá siendo un ejemplo para todo aquel que busque épica similar. Un último comentario: Heston siempre ha sido un actor muy limitado pero efectivo y aquí es una de las veces donde mejor funciona. Su Judah Ben-Hur es un personaje esencialmente físico pero aprovecha silencios y miradas para lograr momentos muy emotivos. 08.

Long Weekend de Jamie Blanks (2008) (Australia)

Una pareja (Jim Caviezel y Claudia Karvan) que no está pasando por el mejor momento se toma un fin de semana largo en una remota playa australiana, para poder encontrar una manera de salir adelante a varios temas que los carcomen. El lugar elegido es inhóspito, aislado y -pronto se revela- amenazador. Ellos dos son un encanto: él un imbécil con impulsos violentos, ella una quejosa insoportable. A medio camino entre drama y horror, la película se pierde en largos momentos muertos y la machaca constante pro ecologista termina por cansar hasta al más convencido miembro de Greenpeace. La pareja protagónica pone ganas y los paisajes son espectaculares, pero sólo mediante climas está difícil construir algo que para colmo es alcanzado por el ridículo en varios momentos puntuales (el accionar de algunos animales- el águila, el manatí- o el final que es de una estupidez supina). Mirando IMDB me entero que esta película es un remake de una Ozplotaition de culto de 1978. Capaz que esa es un poco mejor. 04.

Pawn Sacrifice de Edward Zwick (2014) (Estados Unidos)

Biopic de Bobby Fischer, primer (y único) campeón mundial estadounidense de ajedrez, quién ganara su título además durante la tensa Guerra Fría. Fischer, prácticamente un niño prodigio, era una suerte de John McEnroe de los alfiles y caballos (si McEnroe hubiera sido un delirante paranoico) y al margen de jugar increíblemente bien en el damero, era un caprichoso capaz de no presentarse, pedir que se jugara en un sótano o declarar completamente convencido que los judíos y rusos del mundo conspiraban en su contra. La película aquí en cuestión nos ubica días antes de lo que se llamó “El Match del Siglo” -cuando Fischer enfrentó a 24 partidas al campeón soviético (y a quién nunca había vencido) Boris Spassky- pero luego se traslada a su infancia y juventud para ir construyendo desde allí. No cabe duda que la historia de Fischer era más que suficiente para ser una película, pero esta película en particular tiene algunos problemas. El primero y más grave es que su protagónico Tobey Maguire es mucho menos actor que el elenco secundario que lo acompaña (Michael Stuhlbarg, Peter Sarsgaard y muy especialmente Liev Schreiber, quien compone un perfecto Spassky). No es que Maguire lo haga especificamente mal, pero lo cierto es que no está a la altura de los otros. Luego, al menos a mí me costó muchísimo empatizar con el personaje. Ojo, quizá la idea es que nunca jamás hinches por él (no dejaría de ser novedoso: la clásica película “deportiva” dónde sabés que el protagonista va a ganar, pero querés endemoniadamente que ganen los otros) pero me suena muy raro a priori. Y por último, termina de cualquier manera, de forma por completo anticlimática. En resumen, casi dos horas con altas y bajas. 05.

The Seven Year Itch de Billy Wilder (1955) (Estados Unidos)

Llega el verano a la Isla de Manhattan y se llena de “solteros de verano”, estos son los maridos que deben quedarse trabajando en la ciudad mientras sus esposas e hijos viajan de vacaciones. Esta circunstancia pone por demás contentos a muchos, pero no a Richard Sherman (un notable Tom Ewell) un hombre de mediana edad que se define a sí mismo felizmente casado y se promete no fumar, no beber y- por supuesto- no alternar con jovencitas de ninguna manera. Pero lo que no puede imaginar Sherman es que la mayor tentación del mundo se acaba de mudar al piso de arriba de su casa, corporizada nada menos que en Marilyn Monroe. Y yo quiero ver quien es el gallito que te dice que Marilyn no lo tienta. Richard de seguro, no. Extremadamente divertida, la comedia va subiendo de volumen a medida que el pobre Richard no puede (no quiere tampoco) evitar a la vecinita, que es una mezcla infernal entre inocencia y sensualidad (algo que Monroe hacía a la perfección y para todos los que dicen que era pésima actriz, en comedias como esta brillaba como pocas) generando carcajadas ruidosas. Y en pocas películas además, Marilyn Monroe fue tan Marilyn Monroe como en esta. La legendaria escena donde le baila el vestido sobre el respiradero del metro es, simplemente, infartante. 08.

Mustang de Deniz Gamze Ergüven (2015) (Turquía, Francia, Qatar, Alemania)

Último día de clases y comienza el verano en una pequeña comunidad turca en la costa (luego nos enteraremos que está a 1000 kms de Estambul). Un quinteto de hermanas, la más grande digamos 17, la menor 10, festejan con sus compañeros la llegada del estío en la playa, jugando y bañándose. Es, claramente, en la actualidad. Pero la actualidad en Turquía no es el mismo que en otras partes del mundo, así que la pronta denuncia de una vecina a la abuela de las muchachas (quienes son huérfanas de padres y viven con dicha abuela y un tío) acusándolas de inmorales termina provocando un éxamen de virginidad para las más grandes y palizas para todas. Ya desde esta secuencia inicial vamos entendiendo de qué va todo esto, a medida que- con Lale, la menor, oficiando de narradora- vemos como la vida de las hermanas cambia y su casa se transforma en “una fábrica de esposas”. Ergüven apuesta fuerte y si bien su película no es de denuncia contiene denuncia, la de mostrar la vida de las mujeres jóvenes en condiciones casi que de esclavitud. Habrá quien diga que no es objetiva y otros que apelarán a aquello de “son diferencias culturales y hay que respetarlas” pero no será aquí. Yo no lograré nunca tener elementos que justifiquen condiciones de vida como las que muestra la película y aplaudo a la directora por contarlo y bienvenida sea su subjetividad. Amén de lo anterior, la película no se queda en eso, porque además la vida de las hermanas da espacio y lugar para romance, comedia, drama, tensión y mucho más, todo narrado con efectividad y apoyado en el quinteto de hermosas actrices (todas ellas actuando por primera vez) que transmiten una imponente frescura. 08.

X-Men de Bryan Singer (2000) (Estados Unidos)

Cuando se mira el exitazo que significa hoy por hoy el subgénero “de superhéroes” en el cine pocas veces se tiene en cuenta a los principales responsables del giro que tuviera a inicios de este siglo y a quienes se les debe mucho del mismo. Sam Raimi con sus Spiderman y especialmente Bryan Singer con sus X-Men marcaron la dirección a seguir como tan bien lo ha hecho Marvel (no tanto DC) con sus adaptaciones posteriores. Singer en esta película que nos ocupa ya dejó bien en claro el camino a imitar: combinar una aventura entretenida -con piñas y chistes- con conceptos interesantes o incluso profundos, como pueden ser el racismo o la xenofobia. Yo hacía unos cuantos años que no la revisionaba y da gusto ver que ha envejecido con mucha dignidad. Siguiendo a Wolverine (un Hugh Jackman perfecto para el rol y una estrella clase A desde entonces) en su ingreso (desganado) al equipo de los X-Men vamos conociendo a los demás personajes (que son, sí, demasiados y en su mayoría apenas desarrollados) en su particular guerra privada entre mutantes. Están los de Magneto (Ian McKellen, disfrutando como loco) quienes piensan que es hora de jubilar al Homo Sapiens, y están los de Charles Xavier (Patrick Stewart, otro de los que destacan) quienes abogan por una convivencia pacífica. A partir de acá, Singer marcó las bases de una saga que ha tenido películas mejores y peores que esta que la inicia, pero que sigue siendo muy disfrutable. 07.

Man Without a Star de King Vidor (1955) (Estados Unidos)

Dempsey Rae (Kirk Douglas) es un vaquero sin rumbo o destino que de paso por Wyoming “adopta” a un muchacho (William Campbell) que hace su primera incursión en el oeste y juntos comienzan a trabajar para una ambiciosa ganadera (Jeanne Crain), quien aprovecha demasiado el estado de “open range” de los pastos de la zona y su numerosísimo ganado deja sin comida al de los más modestos competidores locales. Estos pronto comienzan a utilizar alambre de púas, sinónimo de todo lo que Dempsey detesta, lo que no tarda en provocar enfrentamientos. Si bien no es este un western épico o especialmente memorable, tiene al menos tres aspectos de interés: representar mediante Dempsey a todos esos hombres de espíritu libre que iban encontrando menos y menos espacios de vida a medida que el Lejano Oeste se “civilizaba”; plantear un conflicto donde no hay “buenos” o “malos”, ya que todos tienen su punto y su razón en la discusión; y una enorme interpretación de Douglas en el protagónico, convencido y feliz de lo que hace. Estos tres puntos compensan un final medio simplón. 06.

The Peanuts Movie de Steve Martino (2015) (Estados Unidos)

Parece mentira pero habían pasado ya 35 años desde la última película de Snoopy. Hay pocos personajes tan populares como Charlie Brown y pandilla y llama la atención que la maquinaria industrial que es el cine de animación reciente no hubiera apuntado sus cañones en su dirección. Y si sumamos el GRAN momento que vive la misma dicha maquinaria, las expectativas eran altas. ¿El resultado? Correcto y poco más. Yo nunca fui gran lector de Peanuts pero, como supongo un gran porcentaje de la gente, estoy bastante familiarizado con los personajes y en alguna ocasión he leído sus tiras. Por tanto, la primera impresión que me queda de la adaptación es que se apostó más que nada a remarcar el lado infantil y una segunda lectura- más profunda, más adulta- que recuerdo de las tiras, no sobrevivió y brilla por su ausencia. Ojo, esto no es en demérito del filme, que está apuntado- muy bien apuntado- para niños de entre seis y diez años, pero para pocos más. Sin embargo, todo sea dicho, tiene momentos hilarantes y -sobre el final- emotivos. La animación en sí misma- una llamativa combinación entre los trazos de Charles M. Schulz y animación 3D- es muy efectiva y destaca en su mayoría. Vale la pena ver con niños, sin dudas. 06.

A Fish Called Wanda de Charles Crichton (1988) (Estados Unidos, Reino Unido)

Un cuarteto de ladrones asalta una joyería para inmediatamente empezar a traicionarse entre sí. En prisión queda George (Tom Georgeson) pero logra esconder antes el botín a espaldas de sus complíces, en gran parte porque desconfía- y con razón- de Wanda y Otto (Jamie Lee Curtis y Kevin Kline) aunque si se fía- nuevamente, con razón- de Ken (Michael Palin). En el enredo subsiguiente, se verá involucrado sin entender una jota el abogado de George, Archie Leach (John Cleese). Sumemos una pecera, varias secuencias de gente que se esconde una de otra, el peculiar uso de los idiomas italiano y ruso, más una aplanadora, para terminar con una de las más memorables comedias de la década de los 80s. Cierto es que toda la parte de comedia “tradicional” ha envejecido algo y se nota, pero la parte Monty Python- no en vano Cleese protagoniza, escribe y hasta se dice que dirige un par de escenas y es Michael Palin quien logra de las secuencias más divertidas, con su serie de gags tratando de eliminar a una testigo- es lo que la hace inolvidable, junto a uno de los mejores (sino el mejor) personajes interpretados por Kevin Kline quien hace de su Otto un imbécil redomado perfecto (y se llevó un sorpresivo Oscar por ello). 07.

The Hallow de Corin Hardy (2015) (Reino Unido, Estados Unidos, Irlanda)

La película brinda un poco de contexto para empezar: Irlanda está pasando por un mal momento económico y surge la peregrina idea de privatizar el último de sus bosques vírgenes. Mientras esta situación se polemiza en radios y opinión pública, un botánico (Joseph Mawle, reconocible cara televisiva de programas como Ripper Street) y su familia viaja al interior profundo del bosque en cuestión para dictaminar el estado de salud de los árboles. Ya desde el pique, están las cartas dadas y son cartas que hemos visto muchas veces antes: el vecino algo ido (Michael McElhatton, otra cara reconocible de la TV, en este caso por Game of Thrones) que les advierte que en el bosque hay “algo” que será peligroso para todos pero en especial para su bebé; la mascota familiar que no para de ladrarle a los matorrales; una ventana que se rompe de noche de la nada; el policía local (Michael Smiley, uno de los actores regulares de Ben Wheatley) que resta importancia a todo, etc, etc, etc. En este contexto tan poco estimulante, hay que admitirle al director Hardy un brío, una polenta muy digna (como suelen tener la gran mayoría de las producciones recientes británicas de horror) porque cuando la cosa se pica, se pica de verdad y- aunque nunca jamás dudaremos de lo que va a pasar, ya que sigue al dedillo el manual de las películas de horror de “familia amenazada por los sobrenatural”, decisiones extrañas de los protagonistas con tal de hacer avanzar la trama a donde nos convenga incluidas- llega a poner muy nervioso al espectador en un par de momentos y consigue un relato bastante pasable en definitiva. 05.

Brooklyn de John Crowley (2015) (Irlanda, Reino Unido, Canadá)

Eilis Lacey (Saoirse Ronan) deja la Irlanda de la postguerra y viaja a Nueva York en busca de una nueva vida. Listo. Así de sencillo- y complejo- es el argumento de este hermosísimo drama escrito por Nick Hornby sobre novela de Colm Toibin (y dirigido con mano experta por Crowley) que habla de aspectos tan profundos como pueden ser el desarraigo, dónde está en definitiva el hogar y qué significa ser un adulto que arma y comienza su verdadera vida independiente. Pero todo está contado con mucho humor- no excento de drama, que no melodrama o dramatismo- y poniendo las cosas en perspectiva. Esta es la historia de Eilis y es una historia mínima, chiquita. Pero en sí misma es también una historia universal, la de muchísimos inmigrantes en diferentes momentos de la humanidad, la historia de encontrar un lugar donde poder armar una vida nueva. Lo de Ronan es impecable. Si ya había mostrado sus buenas artes antes, aquí es realmente cuando muestra hasta el último atisbo del inmenso talento que tiene. La secunda un muy buen elenco de caras desconocidas (de entre todos, se destaca Emory Cohen) y tiene dos de esos actores con los que ya ganás un partido ni bien ponen un pie en la cancha: Jim Broadbent y Julie Walters. Si me disculpan la cursilería, es una película simplemente preciosa. 09.

After Hours de Martin Scorsese (1985) (Estados Unidos)

Paul (Griffin Dunne) es un aburrido empleado en una oficina que una tarde luego del trabajo se dedica a tomar un café y releer su “Trópico de Cáncer” de Henry Miller. Conoce en ese café a una hermosa chica (Rosanna Arquette) quien le da su teléfono. Esa misma noche, Paul se anima, llama y contra todo pronóstico, ella lo invita a pasar por su casa, a pesar de que ya son casi las 12 de la noche. Allá va Paul sin imaginar que terminará protagonizando una pesadilla de tintes kafkianos, cuando descubra que es mucho más difícil salir del Soho de Manhattan que entrar. Delirante comedia del genial Scorsese con ribetes casi oníricos, dónde el remolino imposible de escapar envuelve más y más a Paul y la situación se vuelve simplemente farsesca, a medida que la noche avanza y el pobre Paul se ve enredado en incontables absurdos, algunos de ellos negrísimos. Fresquísima comedia a pesar de los más de 30 años transcurridos desde su estreno, Dunne destaca en el protagónico, pero hay espacio para que se luzca un numeroso elenco: Arquette, Linda Fiorentino, Teri Garr, John Heard y Catherine O´Hara, entre otros. 07.

Solace de Afonso Poyart (2015) (Estados Unidos)

Un médico con poderes psíquicos (Anthony Hopkins) vuelve a trabajar para el FBI -luego de unos años alejado tras una tragedia familiar- en la caza y captura de un asesino en serie que podría llegar a compartir sus mismos poderes. Si les suena a algo muchas veces visto es porque lo es. La película parece referenciar los infinitos thrillers de asesino en serie que se hicieron entre mediados de los 90s y 2000 (luego del exitazo que significó Se7en) y como resultado entonces es de lo más genérica. Hay apenas algún apunte de interés- el asesino comete sus crímenes por piedad por tanto la verdadera utilidad de atraparlo es puesta en duda- pero queda bastante lastrado por lo poco inspirado de la realización (dónde apenas algún jueguito visual la saca del completo anonimato). Hopkins protagoniza en completo piloto automático y cabe incluso la duda de que esté durmiendo durante alguna que otra escena. Como complemento positivo andan Jeffrey Dean Morgan y Colin Farrell, que meten un poquito de ganas, y como contrapeso negativo Abbie Cornish que sobreactúa hasta el hartazgo. 04.

Shock Corridor de Samuel Fuller (1963) (Estados Unidos)

Determinado a resolver un asesinato y convencidísimo de que ganará un Pulitzer con ello, el periodista Johnny Barret (Peter Breck) se hace pasar por loco para poder ingresar a investigar al psiquiátrico del condado. Y si algo nos han enseñado filmes posteriores a este como Atrapado sin salida (que se le parece bastante) o aquella con Van Damme que se hacía pasar por un criminal para meterse en una cárcel e investigar un crimen, difícilmente la cosa salga bien. Fuller apuesta al delirio (por momentos casi lisérgico) y a generar una angustiante sensación de claustrofobia, pero hay que admitir que la película no ha envejecido del todo bien. Algunos recursos cinematográficos como la voz en off que constantemente nos muestra lo que piensa Johnny o las pesadillas que tiene son hasta involuntariamente humorísticas. Sumado a lo anterior, mucho ha avanzado la psicología desde entonces y la descripción de algunas psicopatías han quedado añares atrás (como muestra, basta la presentación que hace de las ninfómanas como si se tratara de una jauría de zombies hambrientas). Si tengo que destacar algo, me quedo con la larga fila de locos que van apareciendo a medida que Johnny hace su investigación: el que se cree el Coronel Jeb Stuart, el estudiante negro que cree ser el creador del Ku Klux Klan o el físico nuclear que piensa que tiene 6 años. 06.

Hak se wui de Johnnie To (2005) (Hong Kong)

Pues resulta que las tríadas (mafias) chinas organizan su liderazgo mediante un proceso democrático. Y la tríada que protagoniza nuestra película se encuentra casi al final del mandato de dos años de su líder y comienza entonces el mecanismo que da nombre a nuestra historia (Election en su título internacional) con dos fuertes candidatos: Lok (Simon Yam) y Big D (Tony Ka Fai Leung). Ambos tienen posibilidades (sobornan a todos los demás lo suficiente para ello) pero cada vez se vuelve más claro que quien resulte perdedor no se lo va a tomar con solfa y lo más probable es que haya una guerra, situación que todos tratan de evitar (incluso la policía, quien monitorea todo este proceso). Construyendo con cuidado docena larga de personajes (aunque no logrando evitar que por momentos sea muy confuso reconocer quién es quién o quién trabaja para quién) To apuesta a la creación de un drama criminal pausado, donde la posible solución del conflicto se busca más por la negociación y el diálogo que por el enfrentamiento violento (que los hay, de todos modos). De paso, apela casi que a la pedagogía para explicarnos a nosotros los espectadores la historia de las Tríadas en China y su evolución hasta hoy. Con todo, no logra evitar que su historia termine en definitiva siendo extremadamente sencilla. 06.

Sweet Smell of Success de Alexander Mackendrick (1957) (Estados Unidos)

J.J. Hunsecker (Burt Lancaster) es el columnista de espectaculos más prestigioso de Broadway, con su espacio en el Globe y su programa de televisión semanal. Es, además, un soberbio dictador, cruel y caprichoso, que es conciente de que una mínima mención en cualquiera de sus espacios eleva o condena carreras de artistas, representantes o agentes de prensa. Amparado en este poder, hace y deshace a su antojo. Al desaprobar la relación que su hermana menor comienza con un guitarrista de jazz, pone en movimiento a Sidney Falco (Tony Curtis) un ambicioso agente que sabe que Hunsecker puede sacarlo de las ligas menores. Ambos, Hunsecker y Falco, se encuentran entre los seres más abusivos, despreciables y repugnantes que ha dado vida el cine negro y la película sólo irá desafiando más y más su capacidad de hundirse en el fango. De lo mucho que se puede destacar de esta película- las actuaciones, la dirección- me quedo con la espectacular banda sonora de Elmer Bernstein que es extraordinaria. 07.

Mi gran noche de Álex de la Iglesia (2015) (España)

En la grabación del especial de fin de año de 2015 (que se realiza en octubre) las cosas empiezan a salirse de mambo a medida que los muchos cortes hacen que sea interminable. Uno de esos cortes se debe al tremendo accidente de un figurante y entra en escena entonces José (estupendo Pepón Nieto) cuya historia será sólo una de las muchas que transcurren esa noche, entre ellas la más importante la del cantante Alphonso (un brillante Raphael entregado todo por el todo a reírse de sí mismo) quien tiene que enfrentar a un rival más joven y popular (divertido Mario Casas) al tiempo que un acosador (Jaime Ordóñez) planea asesinarlo. Y estos son sólo un par de las líneas argumentales que se van yendo directamente al carajo a medida que la grabación avanza y avanza y todo empieza a tornarse delirante. De la Iglesia en gran forma- lo que siempre es una gran noticia- entregando una feroz burla al mundo de la TV y especialmente a los especiales de fiestas. Mucho timing y efectividad. 07.

The Big Short de Adam McKay (2015) (Estados Unidos)

Reconstrucción de la crisis económica del 2008 en EEUU (y por ende, en el mundo) luego del estallido de la tremenda burbuja inmobiliaria que se fue formando durante años y años y que aparentemente nadie veía formarse. Bueno, nadie no, ya que la historia es contada desde el punto de vista de un pequeño grupo de personajes- los raros y los outsiders, según la misma película- que si vieron venirse la montaña de caca encima e incluso la aprovecharon para hacer una torta de guita. El grado de complejidad de la trama es… alto, por decir lo menos. Probablemente convenga verla un par de veces para lograr captar en toda su dimensión lo que plantea, los elementos económicos que desarrolla. Ojo, hace un gran, grandísimo esfuerzo para que sea comprensible- y este mismo esfuerzo, que es romper la cuarta pared con un narrador e incluso distintas celebridades que explican conceptos de manera específica, da pie a los momentos de comedia que distienden algo que de otra manera sería extremadamente denso- pero aún así, a mi en lo personal me quedó la sensación de que capté solamente lo general. Que alcanza y sobra de todos modos para darse cuenta lo tremendo que pasó y lo impune que resultaron en definitiva aquellos que causaron la mayor crisis económica en la historia del país del norte (y, reitero, en el resto del mundo por asociación). ¿Cómo logra McKay que un espeso mamotreto sobre economía sea interesantísimo de ver? Pues lo hace a través de una edición vertiginosa- casi de videoclip por momentos, lo que seguro no será para todos los paladares- y se apoya en un BRUTAL elenco para contarla. De los innumerables nombres que aparecen- Brad Pitt, Ryan Gosling, Marisa Tomei, Rafe Spall, Hamish Linklater, Melissa Leo- se destacan dos que son (casi) los protagonistas: Steve Carell, al que le toca en suerte tremenda escena final, y Christian Bale, quien nuevamente demuestra sus inverosímiles capacidades camaleónicas. 09.

O Homem Que Copiava de Jorge Furtado (2003) (Brasil)

André (Lázaro Ramos) es un muchacho muy humilde de Porto Alegre que trabaja en una papelería haciendo fotocopias y en sus ratos libres pugna por ser un dibujante de historietas. Está enamorado de Silvia (Leandra Leal) una vecina a la que espía con largavistas todas las noches. André construye todo un plan para conocer a Silvia, que gira alrededor de la obtención de la mísera suma de 38 reáles, algo que resulta mucho más difícil de lo que suena en un principio. Con este objetivo por delante, André irá haciendo todo lo que esté a su alcance para conseguir dicho dinero, aunque eso signifique un lento pero seguro camino hacia el crimen. El director Furtado (también guionista) construye esta mezcla de comedia romántica con policial de enredos como una bocanada de aire fresco, bien respaldado por su dupla protagonista (y un tremendo Pedro Cardoso como el amigo de André también llamado Cardoso) que no sólo no baja la velocidad en ningún momento, sino que se permite además vueltas de tuerca constantes que animan la función. 07.

Mou gaan dou de Wai-Keung Lau, Alan Mak (2002) (Hong Kong)

No estoy especificamente en contra de los remakes pero prefiero siempre ver la primera versión, conocer el esfuerzo original. Más en un caso como es esta película- que se conoció como “Infernal Affairs” internacionalmente- y su versión estadounidense, que fue “The Departed” de Martin Scorsese, ya que son prácticamente idénticas. Claro, una pasa en Hong Kong y la otra en Boston, me dirán uds, pero lo cierto es que no hay ni un solo giro de guión diferente entre ambas e incluso hay escenas idénticas (aquella del ascensor, sobre el final de ambas películas). La historia, por si alguien no la conoce, es la de la complicada casualidad de que existan al mismo tiempo dos infiltrados cruzados entre sí: un polícia que trabaja para un gángster y en el banda de ese mismo gángster, un policía encubierto. El tenso cruce de traiciones, búsquedas y persecusiones está servido. Ahora, el problema: yo me acordaba perfecto The Departed, por tanto, no hubo forma que me sorprendiera, tensara, vibrara en ningún momento pero no me cabe duda que acá está todo bien, todo en orden, y que si hubiera visto esta primera seguramente todo hubiera funcionado mucho mejor. Pero no fue así. Por tanto, me gustó más The Departed y no logro decidirme si esto se debe a que vi el trabajo de Scorsese primero o si se debe a que a él le salió mejor. Algo injusto, supongo, para considerar la primera de las películas. 06.

Compulsion de Richard Fleischer (1959) (Estados Unidos)

Chicago, 1924. Dos jóvenes ricos y extremadamente inteligentes, Judd y Artie (interpretados sobriamente por Dean Stockwell y Bradford Dillman) se consideran mucho más listos que el resto de la gente y deciden probarlo cometiendo el crimen perfecto. El resultado está bastante lejos de ser considerado “perfecto” por lo que iremos viendo como de a poco se estrecha el cerco sobre estos dos psicópatas (y en ocasiones, ellos mismos ayudan a estrecharlo de manera bastante autodestructiva). La película reconstruye el caso real Leopold-Leob -que ha sido adaptado a la ficción varias veces, en el cine con “Rope” de Hitchcock y “Murder by Numbers” con Sandra Bullock por citar sólo dos- y está dividida en dos partes muy claras: thriller en su primera mitad (el crimen y la investigación que lleva adelante el fiscal interpretado estupendamente por E.G. Marshall) y “de juicio” en su segunda parte (que es cuando aparece Orson Wells que, a pesar de estar acreditado primero que nadie, demora su buena hora diez en mostrar la cara bastante cubierta por kilos de maquillaje). La dirección de Fleischer es sobria, sólida, apoyada en una excelente fotografía en blanco y negro. Sobre el final hay un largo monólogo de Wells contra la pena de muerte (cita directamente el discurso que hizo el legendario abogado Clarence Darrow en el caso real) que se me hizo cuesta arriba, más que nada por una falta de piedad personal -supongo yo- que no me dejó empatizar del todo con sus argumentos. 07.

Ice Cold in Alex de J. Lee Thompson (1958) (Reino Unido)

Ante la avanzada feroz de Rommel sobre Tobruk, las fuerzas británicas abandonan la ciudad. En el caos reinante, una ambulancia conducida por un experto pero alcohólico capitán (John Mills) y su fiel sargento (Harry Andrews), sube a bordo a dos enfermeras (Sylvia Syms y Diane Clare) que literalmente perdieron el buque que las sacaría de la ciudad. Poco después se les une un tan macizo como misterioso oficial sudafricano (Anthony Quayle) y así comienza esta tremenda aventura donde nuestro quinteto de personajes deberá cruzar el Sahara al tiempo que burla a los nazis, esquiva minas, aviones y- por supuesto- sufre el aberrante calor. Poco conocida (al menos para mí) aventura bélica que funciona como un relojito (apenas si podemos lamentar alguna actuación algo acartonada, así como la inevitable historia de amor) dónde el que reluce como loco es el director Thompson que se manda unas cuantas set-pieces tensas como la mierda (la lenta cruzada por el campo de minas se lleva la coronita). 08.

Spotlight de Tom McCarthy (2015) (Estados Unidos)

Reconstrucción de la investigación real que durante el 2001 y 2002 realizara sobre el abuso sistemático de menores realizado por curas católicos en Boston la sección Spotlight del periódico Boston Globe. La narración se centra sobre todo en este equipo de cuatro, tres periodistas (Brian d’Arcy James, Rachel McAdams y un ENORME Mark Ruffalo) y su editor que se define a sí mismo como “entrenador-jugador” (Michael Keaton, otro que está muy bien) y como, de a poco y lentamente, comenzaron a destapar la gigantesca olla de mierda que terminó por salpicar a la Iglesia a niveles globales. La narración de McCarthy referencia -y hace bien- películas del mismo estilo como pueden ser su ejemplo mayor “Todos los Hombres del Presidente” o incluso algunos no tan claros como la más reciente “Erin Brockovich” (por aquello de ir preguntando testigo a testigo, puerta a puerta) pero no hay nada de malo en esta referenciación sino que, por el contrario, con esta misma base McCarthy hace simplemente maravillas. La historia es sólida como un cadenazo en los dientes, TODO el elenco reluce (sumemos un inolvidable secundario de Stanley Tucci, así como apariciones destacadas de Liev Schreiber, John Slattery, Jamey Sheridan y Billy Crudup, entre otros) y transmite sin lugar a dudas la emoción del periodismo bien hecho, ese que grita la verdad bien fuerte hasta que se haga algo y que no aparece tanto (de hecho, cada día aparece menos) como debería. 10.

Joy de David O. Russell (2015) (Estados Unidos)

La historia (con muchas libertades, inventos y hasta anécdotas de otras mujeres con similares relatos) de Joy Mangano, una humilde contadora de Boston quien a pesar del descreimiento y falta de apoyo de casi todo su contexto y familia (disfuncional es poco para describir a su familia), se las ingenió para salir adelante con un original invento: la milagrosa mopa autoenjuagable. La historia no se aparta un centímetro del clásico relato estadounidense del self-made man (woman en este caso) con su clásica estructura. Sabemos desde un principio que Joy lo va a lograr, por muy mal que lo pase. Arranca con nada, tiene la idea, se encuentra con dificultades, parece que no podrá, aparece una mínima esperanza, luego la esperanza posta, finalmente el problema duro, ese que parece que la derriba del todo y por fin, el liberador remate donde Joy se sale con la suya. Por muchas veces que se haya contado este tipo de relato, si está bien contado- si nos logramos identificar con Joy, su dilema, en definitiva si terminamos hinchando por ella- funciona. Y si algo hace el director Russell es contar bien sus historias. Además, tenemos un equipo ganador a bordo. Jennifer Lawrence en un protagónico total y probablemente consagratorio (si todavía le faltaba consagrarse), acompañada de buenos secundarios como Robert De Niro (por una vez no en piloto automático), Bradley Cooper, Edgar Ramírez, Diane Ladd, Virginia Madsen (haciendo un personaje completamente detestable) e Isabella Rossellini. Amén de todo lo anterior, hay un aporte casi pedagógico en el modo de mostrar cómo surgieron las televentas a mediados de los noventa. 07.

Kull the Conqueror de John Nicolella (1997) (Estados Unidos)

Aprovechando el envión que le significó la serie Hercules, Kevin Sorbo agarró este Conan descartado por Arnie y rebautizado como Kull (otro personaje creado por Robert E. Howard, pero muy menor en comparación con el Cimmerio) y protagonizó una tan elemental como mala película de “sword and sorcery”. La producción es bajísima- basta ver las escenas de combate o los momentos que aparece “el pueblo” (escasa docena de personas) en la ciudad- y la historia no es más que un refrito que se ha visto mil quinientas veces. Con todo, Sorbo es simpático y hay aspectos de atorrantez feliz (la banda sonora metalera, el villano con el peor corte de pelo de la historia de Thomas Ian Griffith) que la hacen por momentos entretenida. 04.

Force 10 from Navarone de Guy Hamilton (1978) (Reino Unido, Estados Unidos)

A grosso modo, podemos dividir el cine bélico en dos grandes corrientes: el dramático, que usualmente termina por ser anti-bélico y que nos muestra el lado realista y crudo de la guerra, el horror de la misma; y el festivo, donde la guerra no es más que un escenario para aventuras heroicas. De este segundo grupo, es el subgénero “de misiones” el que más se destaca y uno que durante las décadas del 60 y 70 funcionó más que frecuentemente. De todas las posibles películas “de misiones” probablemente “Los Cañones de Navarone” sea una de las mejores y fue una además que reportó un gran éxito económico, tanto para la novela original de Alistair MacLean, como para la adaptación cinematográfica de J. Lee Thompson. Tanto fue el éxito, que MacLean poco después escribió una secuela y esta que aquí nos ocupa es su correspondiente adaptación. Ubicada apenas dos años después de la anterior, nos reencontramos con sus dos protagonistas Mallory y Miller (salen Gregory Peck y David Niven, entran Robert Shaw y Edward Fox y a decir verdad no se resiente nada con el cambio) y estos se ven obligados a volver a la acción, esta vez en Yugoeslavia, para atrapar a un traidor, el mismo que comprometiera la anterior misión. Viajan junto a la Fuerza 10 del título (que no tiene ninguna vinculación con Navarone, más allá de tratar atrapar más público) que viaja con su propia misión, comandada por un jovencísimo Harrison Ford. No es la primera, la verdad que no, y tiene además un guión que si se lo mira con lupa (toda la vinculación con “Los Cañones…” hace agua, el accionar del traidor es incomprensible por momentos) se ve finísimo, pero que entretiene, entretiene sin dudas. Y el tramo final, con la misión propiamente dicha y donde todos tienen que cumplir con su rol cronometrados a la perfección, es un ejemplo del talento de Guy Hamilton. Sumemos un montón de caras conocidas en su elenco (Barbara Bach, Franco Nero, Carl Weathers, Richard Kiel, Michael Byrne) y tenemos un gran ejemplo de cine de matineé. 07.

In the Heart of the Sea de Ron Howard (2015) (Estados Unidos, Australia, España, Reino Unido, Canadá)

A mediados del siglo XIX, un joven Herman Melville (Ben Wishaw) insiste hasta pagar un dineral por escuchar el relato que un veterano Tom Nickerson (Brendan Gleeson) hará del viaje final del ballenero Essex y su funesto encuentro con una gigantesca ballena blanca. A partir de este relato basado en hechos reales (tanto el viaje original del Essex como que Melville se inspiró en dicho relato para escribir Moby Dick), el director Howard hecha mano a sus mejores artes y como siempre que se emplea a fondo (Apollo 13, Frost/Nixon, Rush) la encaja en el ángulo. La aventura- a pesar de su destino trágico, no deja de ser una aventura- del Essex es grandiosa y la reconstrucción que de ella hace la película (a pesar de cierto abuso de CGI) es magnífica. El elenco (Chris Hemsworth, Benjamin Walker, Cillian Murphy, Tom Holland) no puede estar más a tono. Vale mucho la pena de ver. 08.

A Man for All Seasons de Fred Zinnemann (1966) (Reino Unido)

Biografía de Thomas More (o Moro, depende de la traducción) un brillante abogado y hombre de la corte del Rey Enrique VIII, quien supo incluso ser su canciller, pero cuya oposición a la reforma anglicana (aquella que le permitía a Enrique divorciarse y casarse con Ana Bolena) le terminó por costar muy, muy caro. Es notable como una película que esencialmente es gente discutiendo principios, leyes o religión en salones, cuartos, juzgados o celdas, pueda resultar tan apasionante de ver. Obviamente, tiene que haber cierto gusto por la historia en el espectador, pero es innegable que la entrega de un notable elenco británico y estadounidense (Paul Scofield, Wendy Hiller, Leo McKern, Robert Shaw, Orson Welles, Nigel Davenport, John Hurt) ayuda y mucho. 07.

The Hateful Eight de Quentin Tarantino (2015) (Estados Unidos)

A esta altura, Tarantino es un gusto adquirido. Es como con Wes Anderson. Te gustan o no te gustan sus películas, no hay términos medios. Son giros y desarrollos sobre las mismas cosas hasta con poca diferencia en sus tramas, yo diría. Por suerte, de un tiempo a esta parte, lo que hace Tarantino me encanta (no siempre fue así, Death Proof me parece una porquería y las Kill Bill las paso ahí nomás) e incluso, desde Bastardos sin Gloria y toda esta suerte de «reconstrucción anárquica histórica», vengo más encantado todavía. En The Hateful Eight nos cuenta la historia de un cazarrecompensas (Kurt Russell) que en camino a ahorcar a su última prisionera (Jennifer Jason Leigh) termina compartiendo una caseta en el medio de la montaña durante una tormenta con varios personajes misteriosos que bien pueden no ser quienes dicen ser. Hay que tenerle paciencia a la película. Extremadamente dialogada, demora no menos de hora y media en arrancar de verdad- ¡90 minutos! ¡Con lo que otros hacen películas enteras!- pero si se es indulgente, uno se verá bien recompensado. Una suerte de misterio a lo Agatha Christie con gore, humor negro y violencia extrema, que divierte de verdad, donde además hay buenas actuaciones de Samuel L. Jackson y Walton Goggins, entre otros. Sí, Tarantino debe estar más autoindulgente que nunca, pero mientras siga por este camino, yo lo sigo bancando. 07.

The Revenant de Alejandro González Iñárritu (2015) (Estados Unidos)

Norte de EEUU en la primera mitad del siglo XIX. Una partida de caza de hombres blancos sufre el tremendo ataque de los indios de la zona y eso es sólo el primero de sus muchos problemas. La historia se centrará en Hugh Glass (Leonardo Di Caprio), el conocedor de la zona, el experto, quien será dejado atrás por sus compañeros luego de que… bueno, vamos a no adelantar más. Me amigo con González Iñárritu luego de esa porquería pretenciosa que es Birdman, ya que acá se manda flor de relato, de esos que son cine puro en cada fotograma. Cierto es que si me pongo hinchapelotas puedo decir que se pasa de «poesía visual» y que las cuitas que pasa el pobre Glass son demasiadas para un sólo hombre, pero lo cierto es que durante toda la película la emoción impulsa como si fuera un motor de energía pura. Bien por Di Caprio dejando todo en la cancha y hay un gran antagonista en Tom Hardy. Ah, la fotografía de Emmanuel Lubezki vale por sí sola la entrada de cine. 08


Sergeant Rutledge de John Ford (1960) (Estados Unidos)

Esto de los western para dormir a la niña me ha abierto la puerta a grandes películas que nunca había visto o de las que siquiera no tenía idea -porque la niña tiene 5 años y entonces busco siempre material entre los 50 y 60, donde la violencia esté contenida- pero esta de hoy entra por la puerta grande y se vuelve parte de mi Top 10 de westerns de todos los tiempos. Y eso no sorprende a nadie cuando se leen tan sólo dos palabras: John Ford. Aquí, el sargento Rutledge del título (inmenso Woody Strode en el que sería su salto a la fama) compone a un heroico oficial de caballería durante las guerras indias en el Lejano Oeste que es acusado de un crimen espantoso. Claro, el tipo tiene un historial perfecto y lo respalda mucha gente, lo que hace dudar de las acusaciones, pero es negro, lo que hace a muchos estar seguro de las acusaciones y, encima, no abre la boca al respecto de lo sucedido durante la noche del crimen. Así, Ford -y el inteligentísimo guión de Willis Goldbeck- construye dos películas en una: un western, sí, que nos va contando que pasó antes y después del crimen en cuestión, donde no faltan los tiroteos, las persecuciones o las batallas con los indios; y una “de juicios”, cuando en el presente Rutledge sea juzgado y tengamos todo el misterio que se va desenvolviendo. Strode es magnético y le toca en suerte el mejor personaje (ese monólogo que se manda cuando atestigua, por favor!) pero hay aportes varios de Jeffrey Hunter (el oficial que lo defiende), Constance Towers, Juano Hernández, Willis Bouchey y un muy divertido Judson Pratt (sí, porque Ford, en el medio del drama y la más terrible tensión, te alivia cada tanto con situaciones graciosas, así de grande es) en una de las mejores películas de su director -lo que es decir- y donde se hace un tremendo alegato anti racismo en el medio de un enorme relato cinematográfico que reíte de los balbuceos al respecto que hacen hoy por hoy Jordan Peele y sus (peores) adláteres. Nota: los posters son verdaderamente espantosos, así que me quedé con el de la versión alemana (a mi gusto, el mejor). 10.

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